El Retorno del Pueblo Muisca

El Clan Solar Ingatyba presenta esta maravillosa historia de un pueblo que se creía desaparecido y que regresó a la vida gracias al esfuerzo y sacrificio de seres de luz que tuvieron un sueño y el valor para luchar por él.

El Despertar

Dos hermanos nacidos en el territorio de Fúquene, del departamento de Cundinamarca en Colombia crecieron observando los dorados reflejos del sol sobre una de las lagunas más importantes para los antiguos indígenas que habitaron todo el altiplano cundiboyacense desde tiempos inmemoriales. De esa laguna escuchaban historias como que se había visto a los indios hundirse en ella para no volver a la superficie antes de muchas horas y que hay pasajes secretos debajo de ella que llevan a otras lagunas.

Su padre les contaba historias sobre sus ancestros y las vicisitudes que tuvieron que atravesar para mantener vivas sus tradiciones y costumbres a pesar del avasallamiento de los Españoles quienes con la biblia en una mano y la carabina en la otra, convirtieron a los místicos chibchas en jornaleros y esclavos en su propia tierra. Historias como esta fueron sembrando en los corazones de ambos hermanos una semilla dorada y refulgente como el oro o  "kumni uni" - como decían los antiguos -.

Los jóvenes se preguntaban por qué ya nadie vestía las mantas blancas o las mochilas tejidas con aguja de hueso y comenzaron una incansable búsqueda de los verdaderos muiscas, que con seguridad debían existir todavía, con sus dioses, sus medicinas y sus mágicos poderes, como los que describía con presición su padre.

Una vez en el poblado cercano de Ubaté, durante las fiestas patronales que se realizan anualmente, se convocó a la población a celebrar la herencia Muisca y recordar la tradición perdida. Con gran emoción partieron los dos hermanos portando atuendos similares a los que habían escuchado y leído que los Muiscas portaban. Tal vez sería aquella la oportunidad de conocer a otros que como ellos, anduvieran en la búsqueda de los verdaderos Muiscas.

Pero la escena que los esperaba no era la que habían anhelado. Al compás de música carrilera y en medio de generosas tandas de cerveza y chicha fuerte, se encontraban en la plaza los campesinos de siempre riendo a carcajadas de unos cuantos  espontáneos que habían asistido al evento disfrazados de indios, tal como los mostraban las películas del Western americano y las revistas de caricaturas. Con costales de fique, trapos viejos y penachos de plumas de gallina danzaban y pendenciaban ya embriagados.

Los dos hermanos se mantuvieron al margen de aquel evento y de súbito tuvieron una visión: Todos allí se encontraban disfrazados menos ellos dos. Los alegres "indios" se habían disfrazado de cualquier cosa y los lugareños enruanados que en su sangre y rostros llevaban aún indeleble el fenotipo Muisca, se hallaban disfrazados de campesinos, tal como los habían dejado vestidos los españoles cuando les quitaron sus mantas, liquiras y tutusumas. Pero ellos dos no se sentían en un disfraz sino con el atuendo que les pertenecía desde hace cientos de años.

La Búsqueda

A partir de ese momento, Sigifredo y Rodrigo, que eran los nombres con los que sin su autorización, los habían bautizado en la fe católica, iniciaron un largo camino de búsqueda de los verdaderos muiscas. Sólo que ya sabían que esa búsqueda no se llevaría a cabo de nuevo en los poblados y sus plazas, sino en sus propios corazones. Allá oculto dentro de sí mismos debía estar el secreto de "El Dorado", el que los europeos no pudieron encontrar.

A veces juntos y a veces por caminos distintos, iniciaron su caminar o "suna" - como decían los antiguos -.  La academia tenía poco para ofrecer salvo algunos viejos  textos de Vicente Restrepo, José Domingo Duquense y muchos recopiladores más recientes, no obstante, como alumnos aplicados iniciaron por allí su investigación aunque sabían que lo que querían encontrar no tenía nada que ver con la parcializada visión de los cronistas. Su búsqeda era sagrada.

Fue así como conocieron varias escuelas de pensamiento, filosofía y esoterismo. Cada puerta que se abría les permitía ahondar en su propio despertar de conciencia y aumentar el poder de observación interna que tarde o temprano terminaría por develarles los secretos que los ancestros habían dejado plantados en su sangre.

Cristianismo, Budismo, Tao, Zen, Gnosis, Metafísica, Nihilismo y hasta Krishnaismo fueron esas escuelas que caminaron a lo largo de los años, buscando siempre la conexión interna con los espíritus de este territorio y de los abuelos ancestrales Muiscas. De la misma forma, comenzaron a relacionarse con mayores de grupos indígenas de toda Colombia donde esperaban encontrar la segunda llave: El conocimiento exotérico, de la tradición y las costumbres, que sabían que se hallaba guardadas en las malocas de otras etnias.

El Guardián de la Palabra Muisca

maloca-casa1Cuando era pequeño, Víctor Martínez Taicoma, heredero del linaje curaca Murui del pueblo Huitoto en la selva Amazónica, recibió el siguiente mandato de su padre: "En el norte, lejos de la selva y arriba de las montañas hubo un pueblo que fue como nosotros, pero no supieron cuidar la palabra y se enfermaron y por eso vino el hombre blanco y los exterminó. Antes de desaparecer por completo y marcharse con Buinaima, vinieron a guardar en nuestra comunidad su palabra de vida. Yo la recibí de mi padre y él de mi abuelo y yo te la voy a entregar a ti, porque los espíritus dicen que cuando seas cacique, tendrás que ir a esa montaña y devolverles su palabra, su medicina."

Fue así como en 1997, luego de haber dejado a su pueblo en La Chorrera (Amazonas) con prosperidad, buena salud y paz. El abuelo Víctor Martínez se dirigió a Bogotá a cumplir con el encargo que muchos años antes le había legado su padre. No sabía sin embargo, dónde iba a encontrar a los Muiscas pero sí sabía cómo: Construiría un sitio de poder para despertar a los espíritus del territorio y abrir un portal a través del cual llegarían los espíritus Muiscas. Este portal energético es conocido ya en todo el mundo como la Maloca. Su experiencia como curtido maloquero mayor le daba las credenciales suficientes para realizar la primera Maloca de la Selva en pleno corazón de la gran capital: El Jardín Botánico José Celestino Mutis.

En palabras del Abuelo Victor, la maloca nació para buscar a los Muiscas. "Porque yo buscaba y no los encontraba. Venían unos que decían que eran Muiscas pero yo los miraban y no estaban. Entonces le pedí a los espíritus del territorio que los trajera y bueno, por fin vinieron unos que decían que eran Muiscas y sí eran, pero todavía no los veía..."

A ese llamado del espíritu acudieron algunos años después de la construcción de la maloca, los dos hermanos de esta historia, pero ya no con sus nombres de bautizo sino con los nombres que la Tierra les había entregado: Suaga Gua Ingativa Neusa, que quiere decir "El hijo del rayo de sol que sale detrás de la montaña", nacido en el territorio de Ingatyba y con linaje del Neusa y Xieguazinsa Ingativa Neusa que quiere decir "Hijo de la lluvia sobre la laguna" y que además es el nombre ancestral de la laguna de Fúquene.

Junto a ellos, llegaron algunos caminantes que se habían identificado con su búsqueda y que ansiaban recuperar la palabra perdida. Para entonces, la maloca era un lugar de encuentro intercultural al que acudían varias comunidades indígenas a practicar rituales y ceremonias alrededor de la sabiduría de los ancianos y las plantas sagradas pero el Abuelo Víctor es claro cuando sentencia "La Maloca la hice para buscar a los Muiscas, ese es el pensamiento que se le puso y ese era su fin".

Cuando el Abuelo Víctor conoció a los hermanos Ingativa Neusa y a la comunidad que a base de esfuerzo habían construido, supo que en ellos podía confiar los secretos que su padre le había pedido devolver. La palabra de vida y de amor como él mismo la llama es la palabra recta del Tabaco, la sabiduría de la madre coca. A los nuevos Muiscas les entregó el secreto de cómo cocinar el ambil, que es la sangre misma del tabaco. También les enseñó a preparar el mambe, desde la recolección de las hojas de coca, pasando por la tostada, el pilado, la cernida y la mezcla con la sal de yarumo, hasta llegar al mambeadero, o el círculo de palabra en el que se comparte junto con el ambil para recibir la guía del Gran Espíritu.

Abriendo Camino

La primera parte de la misión del Abuelo Víctor ya se encontraba completa. iguaque_000Pero el Abuelo Víctor, aunque es un sanador y hombre de paz, sabía que tenía que ayudar a abrir el camino para proteger el naciente proceso. "Yo vine a dar la palabra de vida y enseñar el camino del tabaco y el mambe, no vine a pelear. Pero mi hijo Victor Ramón si sabe pelear y él es quien debe continuar mi trabajo".Los Muiscas habían aparecido y se sentaban a recordar su tradición y honrar a sus espíritus. Sin embargo, el Anciano se dio cuenta que no iba a ser fácil que el Pueblo Muisca regresara a su esplendor. Embriagado con ambil y a veces con yagé (ayahuasca), pudo percibir que en el territorio de Bacatá, hoy conocido como Bogotá, había una gran oposición espiritual para el regreso del "pueblo vestido de blanco". Seres de conciencia dormida que se alimentaban de la inconsciencia de los habitantes de la ciudad tratarían de impedir que Los Muiscas volvieran a reclamar lo suyo: Políticos corruptos, líderes religiosos manipuladores, codiciosos empresarios de la minería y muchos otros harían una fuerte oposición al nuevo Pueblo.

Fue entonces cuando uno de los hijos del Abuelo Víctor, el sabedor Víctor Ramón Martínez, conocedor de artes mágicas y guerrero espiritual, llegó a Bacatá a abrir el camino para que los Muiscas pudieran retornar en Paz

"Yo vine después que mi padre abrió la maloca y despertó a los espíritus muiscas porque él se dio cuenta que había  mucha oscuridad que no quería dejar trabajar y yo sí sé cómo manejar esas cosas. Me fui a la laguna que ellos llaman de Iguaque porque me dijeron que era la laguna mayor y allá yo sabía que podía encontrar lo que buscaba. Me senté al frente de ella yo solo y empecé a tomar yagé. Tuve que tomar 3 veces porque no me dejaban ver y entonces me respondieron. 

Yo pregunté cuál era el mambe de los Muiscas y entonces el agua de la laguna se empezó a secar hasta que salieron a la superficie una gran cantidad de matas de maíz grandes y bonitas que tenían mazorcas que apuntaban al cielo. Entonces me di cuenta que la medicina Muisca se hace es con Maíz

Luego le dije a la Laguna que quería ver a los Muiscas originales, pero la laguna me dijo que tenía que tomar más yagé para verlos. Tuve que tomar otras tres veces hasta detrás de los maizales salieron muchos hombres, mujeres y niños vestidos de blanco. Bien bonitos que eran los vestidos, eran como mantas y tenían chumbe en la cintura. Los hombres tenían tutusuma pero no como los de los mamos de la Sierra Nevada sino que más bien parecían boínas. Ahí los vi contentos esperando a sus hermanos vivos pero preocupados por los problemas.

Entonces le dije a la laguna que me mostrara los enemigos ocultos de los Muiscas, pero la laguna me dijo que tenía que tomar más yagé para verlos. Otros 3 cocados de yagé tuve que tomar y vi cuatrocientas personas vestidas de negro que no querían dejar vivir a los Muiscas. Y todos ellos estaban en Bogotá. Algunos venían de Medellín y de otras partes.

Fue ahí cuando le dije a todos esos espíritus, que yo venía a abrir el camino para los Muiscas y le pedí a mis guardianes que me ayudaran, a mi Padrecito santo que me diera la fuerza porque yo venía a limpiar, pero a mi no me iban a crucificar como hicieron con Jesucristo. A mi me mandó fue el mismo Dios y él me iba a dar el poder. Así que tuve que volver a tomar yagé. Doce veces tuve que tomar en esa noche y así sólo y con frío como estaba tuve que pelear contra esos espíritus de la muerte. Pero mi Padre me dio la fuerza y al final escuché que una voz del cielo decía que todos esos seres tenían que abandonar este territorio. 

Unos se enfermaron, otros se murieron y a otros les empezaron a salir mal las cosas en la ciudad así que tuvieron que volver a sus casas. Pero se logró limpiar esa porquería. Al menos se pudo seguir haciendo el trabajo pero no nos podemos quedar dormidos porque la oscuridad tampoco duerme y ellos van a seguir tratando de dañar las cosas."

El Canto de los Muiscas al Oído del Mundo

arhuaco-indian-leader-arwa-vikuCon las bases sentadas por el abuelo Víctor y su guía espiritual, la Comunidad Muisca empezó a caminar. Poco a poco siguieron llegando al mambeadero del Jardín Botánico y los humedales donde se reunían más y más personas deseosas de resignificar sus raíces y recordar su tradición. Para 2009 ya cientos de personas habían participado en las actividades de la comunidad como recorridos al territorio, círculos de palabra, limpias, pagamentos y otras ceremonias que estuvieron olvidadas por siglos y que gracias al trabajo de los Abuelos, se recordaban y comenzaron a hacer parte de la vida diaria de muchos individuos y sus familias.

Se habían organizado dos cabildos mayores en Bacatá y Tchunza (Bogotá y Tunja) y desde ellos, el abuelo Suagagua en el primero y el abuelo Xieguazinsa en el segundo, articulaban las actividades de la comunidad que por entonces se conocía ante la sociedad como el Pueblo Nación Muisca Chibcha, organización que inició el proceso de Visibilización y Resignificación del Pensamiento Ancestral Muisca.

La organización estaba cumpliendo su misión y la sociedad colombiana, especialmente en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá comenzaron a escuchar en los medios y en santuarios naturales la palabra ancestral de los abuelos. En este proceso se vincularon muchos otros abuelos como Luis Sánchez, mayor de la comunidad Muisca de Engativá (Ingatyba), Nemequene, mayor de la comunidad Muisca de Soacha (Suacha), Tymy Cagüi Yanguma, abuela mayor de la comunidad y compañera del Abuelo Suaga Gua y otros grandes sabedores que aunque hoy día ya no acompañan el proceso de Pueblo Nación, siguen su camino como sembradores de la palabra de vida y el pensamiento ancestral Muisca: Gloria Morán, Pedro Melo, El abuelo Gualcalá, Comba Nimy Quene, Juver Osorio, Abuelo Guasín, Jairsa Gua Furativa Neusa y Florentino Monroy, además de muchos sabedores y líderes de todo el territorio.

Entonces vinieron de la Sierra Nevada de Santa Marta un grupo de Mamos o Ancianos Mayores, quienes de forma similar a lo que sucedió con el Abuelo Víctor Martínez, vinieron al centro del país a buscar el Pueblo ancestral que había estado cantando a la Sierra y pidiendo en el Espíritu que llegara la sabiduría que los Muiscas habían guardado en la Sierra cuando llegaron los españoles.  Decían  que entre los empinados picos de la Sierra se encuentra el oído de la Tierra y que allá habían llegado historias y cantos de este pueblo que había despertado.

Esta visita no cayó por sorpresa entre los Mayores del Pueblo Nación ya que desde hacía tiempo sabían que los ancestros habían llevado sus tesoros espirituales a ese santuario espiritual a orillas del mar. Por lo tanto, en un encuentro de culturas que pocas veces se ha visto en la historia, se inició el intercambio de saberes en el que la maloca física que había construido el abuelo Víctor, recibiría desde la Sierra Nevada la conexión  ancestral, empoderando a cinco abuelos como custodios de cada uno de los astillos (columnas) mayores de la maloca espiritual y reconociendo su calidad de guardianes del territorio.

Luego de extenuantes pero bellas sesiones de entrega de conocimiento y guardianes sagrados, quedó completa la misión de conexión de dos territorios, de vital importancia para el cumplimiento de las profecía que dice que los dioses de la América despertarían y que pronto lograrán que el Águila del Norte se una al Cóndor del sur para traer a la Tierra el Nuevo Hombre que caminará sobre ella.

El Regreso del Pueblo Vestido de Blanco

Para 2013 ya se calcula que más de 8000 personas han participado en las actividades y procesos del Pueblo Nación Muisca Chibcha y de entre ellos han surgido docenas de líderes que hoy en día inician y coordinan sistemas Muiscas, Indigenistas, Indomestizos, étnicos y activistas no sólo en Colombia sino en otros países como Estados Unidos, España, Argentina, Chile, Perú y Bolivia. Muchos continúan con la línea de pensamiento cimentada por los hermanos Ingativa Neusa, otros se han alejado por distintas razones y otros mas venían ya con sus propios procesos y de una u otra forma los validaron, contrastaron o fortalecieron a la luz de la vivencia del proceso de Pueblo Nación.

Muchos de quienes se sentaron en la Maloca del Jardín Botánico, en las aulas ambientales de los humedales del distrito, en los escenarios de disertación en los cuales participaron la Comunidades Muisca de Bacatá y Tchunza, hoy en día se consideran detractores de dichos procesos. Pero sea cual fuere su posición sobre el particular, actualmente siguen sembrando la ley de Origen, las ordenanzas y la palabra de Vida que surgió del sueño de dos hermanos y al que le dieron vida mujeres y hombres de corazón noble que aportaron su granito de arena para recordar la tradición.

Hoy ya muchas familias tienen en su casa altares con maíz, totumas, tabaco, hayo y maracas. Se sientan a mambear y realizar confiesos para sanar sus diferencias, llevan aseguranzas y collares hechos por ellos mismos y cuidan la Tierra y sus recursos. No porque esté de moda ser ecologista sino porque viven con intensidad una relación directa con su territorio.

Hay niños que antes de ingresar a un lugar sagrado cierran sus ojos, se presentan ante los espíritus del lugar y piden permiso para seguir. Mujeres que reconocen su poder como sanadoras y entregan su menstruación (luna) a la Tierra en sencillas ceremonias con su pareja.

Sue, Suati o Suani, entre otros, son nombres que llevan pequeños muiscas, cuyos padres han sembrado su placenta y realizado pagamento para asegurarlos.  En las casas se bebe chicha y se adiciona quinua, amaranto y maíz al menú diario.

Hombres y mujeres visten de blanco para recordar a sus ancestros y revelar su verdadera identidad sin necesidad de afiliarse a una u otra organización.

Que este relatode un Muisca que agradece de corazón a los hermanos Rodrigo y Sigifredo por su lucha, perdure y se conserve en el recuerdo y el corazón de todos los seres a quienes lleguen estas palabras, para que el mundo conozca cómo retornó a la Tierra un pueblo que se creía extinto. Agradecimiento a todos los hermanos que se unieron a la lucha y aportaron su tiempo, su trabajo y a veces sus lágrimas. Entrego este testimonio para que todos los Muiscas sepan que somos hermanos en la diferencia y la distancia y para recordar que el corazón del Pueblo está en la tradición.

Comentarios