Ni los buenos ni los malos, sino los justos! Eso decía Omar Barreto, el chamán de amor del que ya hemos hablado en este blog. La verdadera maldad es el desequilibrio, sentenciaba también. Otros han dicho "Dios está en todas partes" y no debemos odiar sino amar a toda costa. Sin embargo, seguimos escuchando hablar de aniquilación de egos, lucha del bien contra el mal, santificación y otras metas del camino espiritual que sin duda causan confusión y miedo en muchos casos.
Los 'pecados capitales' no son demonios sino fuerzas de la naturaleza
A lo largo de la historia y desde diferentes sistemas de pensamiento hemos escuchado hablar de legiones de demonios con nombres arcaicos y que representan a los instintos más primitivos del ser humano: Avaricia, Pereza, Gula, Vanidad, Lujuria, Orgullo e Ira. Se les describe como seres infernales que buscan la condenación del hombre, movidos por su odio hacia la humanidad deseo de venganza hacia Dios.
No hay tal, si usted necesita demonios a quienes culpar por su debilidad y un Dios a quien culpar por su suerte, no siga leyendo. Si siente que que con Dioses y demonios han amedrentado, manipulado y separado a la humanidad, entonces lo que voy a compartir sí puede encontrar eco en su corazón.
Los seres humanos somos un micro-cosmos, universo interno con cielo, infierno, espíritu y materia con consciencia y libre albedrío, capacidad creadora y destructora . Poseemos un espíritu aún no descrito por la ciencia, que nos dota de elevados aspectos divinos como el amor, la misericordia, sabiduría, humildad, abnegación, servicio y altruismo que nos conectan unos con otros, pero también, fuerzas instintivas y salvajes de la naturaleza que cumplen la importante función de mantener vivo el cuerpo físico, asegurar la supervivencia y la continuidad de la especie.
Estas fuerzas, tal como el dragón de San Jorge o el tigre bajo los pies de Shiva, se equilibran y modulan por la acción de las cualidades elevadas del Ser. Son muchas las cosmogonías ancestrales donde no se habla de demonios sino de animales internos, que no pueden ser domesticados pero si amaestrados, domados. Fuerzas naturales como las de la misma Madre tierra, en la que el fuego, la electricidad, las corrientes de agua, los movimientos telúricos, etc., son armoniosamente balanceados dentro de este globo para permitir el sustento de la vida. Nunca vemos estos fenómenos como demoníacos, a pesar de que pueden causar inundaciones, incendios o terremotos, por el contrario, comprendemos la necesidad de dichos fenómenos para posibilitar la vida en la Tierra.
De la misma forma, dentro de cada uno de nosotros hay fuerzas naturales necesarias para la vida humana en sí misma. Fuerzas que a veces pueden causar terremotos o vendavales internos y que por ello hemos aprendido a temer y ver como nuestros enemigos. Qué fuerza más poderosa y maravillosa es el sexo, pero cuánto miedo nos han enseñado a temerle, atarle y esconderle. Igual ocurre con el carácter, el amor propio, la necesidad de descanso, o el hambre que al ser reprimidos y temidos, responden de la misma forma en que lo hace el agua de un río que es estancada o represada por temor a que inunde la cosecha. Tarde o temprano se hace incontenible, rompe la barrera y libera la energía contenida causando destrucción y muerte. Hay allí maldad? No. Hay una reacción natural a una represión antinatural, una liberación en forma de destrucción... La otra cara de Shiva, según la cosmogonía Hindú.
Y si a esa destrucción causada por una fuerza natural contenida le llamamos pecado o demonio, no cambia su origen y escencia, el cual reside en el miedo, la represión y la culpa. Todas estas, ya no fuerzas naturales sino creaciones de la mente humana, ansiosa de liberación y esclava de su propia ansiedad.
Trabajando con la sombra
Si es posible llegar a esta comprensión, entonces desaparecen los demonios que nos asechan desde la oscuridad y comprendemos que tal oscuridad no es más que una fuerza que no comprendemos, probablemente no aceptamos y por lo tanto no podemos asimilar. Nos agotamos en el esfuerzo vano de ignorarla o en fin, rechazarla a tal punto que la dotamos de parte de nuestra consciencia y reflejamos en ella todos nuestros miedos y culpas, convirtiéndola en un mostro de proporciones dantescas, tal cual como un niño crea monstruos en la oscuridad de su cuarto cuando la luz ya no está.
Es hora pues de encender la luz, contemplar la naturaleza de nuestra humanidad incomprendida y abrazarla con amor y aceptación para poder iniciar un proceso de liberación, no de demonios o pecados sino de culpas y miedos que han sido creados por nosotros mismos y tal como la sombra. se aleja cuando corremos tras ella y evade nuestos golpes cuando la atacamos.
Cada micro-cosmos contenido en cada Ser Humano que habita esta Gea, tiene su propia legión de ángeles custodios, dispuestos a asistir no en la lucha sino en la liberación de la misma. Amor, Compasión, Libertad, Alegría, Humor y Paz son las fuerzas de luz que brotan desde el corazón como un manantial de agua que nunca se agota y al que podemos acudir cada vez que el miedo o la culpa nos lleven a iniciar una batalla con nosotros mismos.
Amar esa parte de nosotros que escondemos y tememos, dialogar con ella, observarla con atención total y sin juzgarla son el inicio para una transformación que nos liberará y expiará del dolor.
Comparto el siguiente documental que se llama "El efecto de la sombra", donde encontraremos una visión diferente para reconciliarnos con nosotros mismos y abrazar esos monstruos de nuestras pesadillas:
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